Volvía una de las competiciones más mágicas para la hinchada rojiblanca, la Copa estaba de vuelta en el estadio Vicente Calderón. La noche no acompañaba al espectáculo, el Atlético sí que lo hacía, siempre lo hace. El conjunto de Diego Pablo Simeone salió al césped habiendo olvidado el resultado de ida, ganar jugando bien era la única opción ante el Sant Andreu. Con una energía arrolladora, Cristian Rodríguez, hoy capitán rojiblanco, tuvo en sus botas las dos primeras ocasiones peligrosas del partido. En la primera cedió un pase atrás perfecto para Leo Baptistao que no conseguiría, de tacón, conectar el esférico con precisión. Después, el internacional uruguayo, tras una buena combinación con Óliver, probó suerte con un disparo en el área pequeña que repelió con la mano Morales.

Nada había inquietado el Sant Andreu a Aranzubía en los 15 primeros minutos de encuentro, sin embargo, en una jugada con algo de fortuna, el equipo catalán se adelantaría en el luminoso. Mouriño lanzó con precisión un libre directo a la cepa del poste y en el rechace, Carroza, a placer, conseguiría el tanto visitante. La sorpresa saltaba en el feudo rojiblanco y nuestros guerreros se volcaron aún más en ataque en busca del empate. Insua, Guilavogui, que hoy jugaba su primer partido como titular, y Giménez, al que le anularon un tanto, advirtieron al Sant Andreu de que el Calderón no es lugar para extraños.

El asedio colchonero cada vez era más difícil de soportar. Adrián, que fabricó un penalti de la nada, luego lo fallaría lanzándolo por arriba del travesaño. A renglón seguido, Leo Baptistao, de potente disparo, se topó con el cuerpo de Morales y en el rechace, Manquillo no acertó a introducir el balón en las mallas catalanas. El turno después fue para Óliver, que dentro del área caracoleo con el balón, lo escondió y paró el tiempo para sacar una vaselina milimétrica que solo Carroza y el travesaño pudieron frenar. La última gran ocasión fue para Adrián al filo del descanso, pero el marcador no se movería a pesar de las continuas tentativas colchoneras.

Los segundos 45 minutos siguieron el mismo guion que la primera mitad, el Atlético acechando continuamente la meta de un Sant Andreu que mandaba balones fuera a diestro y siniestro. Óliver, Guilavogui y Carlos Ramos, que cumplía el sueño de todo rojiblanco al debutar con el primer equipo, manejaban el ritmo del partido a su antojo. Baptistao lo intentó, por enésima vez, con un tiro de cabeza a pase de Óliver, pero su disparo se marchó por centímetros. Guilavogui, muy activo durante todo el encuentro, también probaría fortuna con un disparo lejano sin consecuencias.

El Sant Andreu, aprovechando que todo el Atlético jugaba en su campo, basó su juego en lanzar contras rápidas para ampliar la ventaja. En una de ellas, Francis tuvo el segundo pero su tiro se marchó por alto. Simeone metió a Gabi y a Héctor, que también debutaba con el primer equipo, en busca de goles. Y claro, Héctor y el gol mantienen una relación especial, idílica. Primer balón que tocaba el canario en el partido y el resultado, todos lo sabemos. El joven ariete remató a placer un centro de Adrián para poner la igualada.

Espoleados por el respetable del Vicente Calderón, los de Simeone se lanzaron con todo su poder a por el tanto de la victoria. Manquillo y Adrián multiplicaron sus subidas por las bandas nutriendo de buenos centros a los delanteros colchoneros. Óliver Torres avisó primero con un potente disparo que atajó bien Morales y Alderweireld sentenció a un minuto del final de la contienda. El belga también quiso sumar su primer gol con la elástica rojiblanca y con un cabezazo inapelable puso el 2-1 en el marcador cuando no había tiempo para más. Una victoria in extremis que certifica el avance del Atlético a octavos de final de la Copa del Rey.